sábado, 23 de octubre de 2010

Día 15 - La gran feria

Como casi todo viaje que realizo, la primera parte es relajada y de búsqueda de posibilidades. La clase de turismo que yo ejerzo no es el tradicional. Busco cultura, busco conocer gente, busco lugares inhóspitos.
En la segunda parte (cabe aclarar que la duración de cada una depende, lógicamente, del tiempo total del que dispongo), en general, los tiempos se acortan. La red de información ya crece de manera exponencial y al salir de un lugar uno ya descubrió dos más; al salir de otro, otros dos y así. Por lo tanto, hay que comenzar a elegir y uno termina percatándose siempre de que en realidad no conoció nada, y los retratos que se pueden pintar sólo representan una muy pequeña porción de lo que vio.
Sin embargo, también uno aprende que “todo no se puede”, y que simplemente se trata de disfrutar al máximo las cosas que sí se hacen. De esta manera, ya había planificado pasar mi último día aquí, en la ciudad de Otavalo, donde se desarrolla la feria más importante del país.
Otavalo es el pueblo donde radica la burguesía indígena, quienes progresaron a partir del desarrollo del comercio con sus productos locales, de todo tipo. Principalmente sus coloridas vestimentas. Pero la feria creció y hoy se puede encontrar de todo
Como Blanca debía estar allí a las 9am para una entrevista y nuestros canales de comunicación eran mínimos, nulos a esa altura, mi viaje de regreso desde la costa debía ser preciso, calculado; algo que parecía imposible al principio. Pero debo subestimar mi perfeccionismo. Llegué a Quitumbe a las 5am, una hora antes de lo previsto, y como todavía no hay buses, tuve que aguardar esa hora, leyendo, escribiendo…
A las 6 tomé el metro y a las 7, como había prometido (en punto!!), estaba de regreso en el hostel. Acomodé un par de cosas para estar más cómodo y salimos a Otavalo, que está a como 90 km de allí.

Paréntesis de Blanca:

El director del Instituto Otavaleño de Antropología me dio unos minutos antes de dar una charla sobre textiles artesanales e industrializados en el mercado otavaleño. No fue una charla muy productiva porque la mayoría de las cuestiones que me comentó, las reiteró luego. Contaba que el Instituto se encuentra hace varios meses atravesando una crisis económica y que sólo cuenta con el aporte de investigadores asociados. Buscando los rastros del origen del debate sobre la plurinacionalidad, le pregunté por el taller Kausana Kunchik, que organizaron en Otavalo un grupo de estudiantes a fines de los ´70. Me confirmó que el Instituto no tuvo nada que ver en aquello pero me regaló un libro super interesante sobre los debates que dieron origen al instituto y sus antecedentes (entre ellos, un grupo cultural llamado algo así como “grupo Vasconcelos”).

Luego de la entrevista nos quedamos a una pequeña charla en el Instituto de Antropología, en la cual el disertante nos dejó bien en claro que la feria estaba muy lejos de ser algo propio de los indígenas del lugar, que ya se había convertido en un gran comercio globalizado de diferentes productos que no tenían nada de autóctonos, y que si lo eran, no tenían nada de artesanales. Menuda decepción. Sin embargo nuestro objetivo era comprar los regalos para llevar. También descubrimos la infinidad de cosas que uno puede hacer en los alrededores de la ciudad. A eso me refería antes…
Ya en la feria uno debe regatear todo. Nada vale lo que dicen y si uno pone un precio cuchichea un poco con su pareja y amagan a irse, el vendedor siempre cede. Dos dólares en Ecuador es una comida fantástica. Con una prenda de diez, casi se puede vivir una semana. Por otro lado la feria no está tan organizada. Si bien existe una hectárea principal, en las calles aledañas se van colocando los puestos en un radio de unas diez cuadras. Compramos todo, o casi todo, lo que pretendíamos y cuando quisimos sentarnos un rato, detrás de la montaña comenzaron a aparecer unas nubes negras amenazantes.
Al momento de arrancar el bus que nos devolvía a Quito, la lluvia empezó a aumentar su intensidad.
Con la cabeza seteada para el inevitable retorno, me fui a dormir feliz de todas las experiencias vividas y a sabiendas de que si algún día regreso, es mucho lo que me queda por recorrer y muchas las personas por volver a ver.

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