domingo, 24 de octubre de 2010

Día 16 – Largo Domingo

Nicolás partió de regreso y me dieron muchas ganas de irme con él. Yo sabía que los días por venir serían agotadores y que pasarían rápido, pero la única excepción era ese mismo día, el domingo. Tenía trabajo que hacer pero tenía más la intuición de que la entrevista de la tarde no me sería de gran utilidad. Al menos la de Ampam Karakras sí lo fue. La versión de los indígenas amazónicos suele diferir de los serranos. Ampam tiene un discurso más relajado. No menos serio pero sí menos ligado a conceptos que a mí me fueran familiares. Me contó de diferencias históricas al interior del movimiento, que son las que ilustran su especificidad y su heterogeneidad; y prometió enviarme artículos de su autoría. Tomamos sólo un café y la entrevista acabó a las 13hs. Decidí llegar tarde a lo de Marco Andrade y le avisé que pararía a almorzar. Tomé el trole hasta el final y de allí un bus que me dejaba en la terminal de Carcelén, igual que el sábado. Pero allí me dí cuenta que me habían dado las peores indicaciones para llegar. “Tomas la única calle adoquinada que sale frente a la terminal, empinada hacia abajo”. No había ninguna calle empi-adoqui-NADA. Entré a caminar y atravesé avenidas y rutas. Pregunté por una parada de taxis que me dio como referencia y cuando llegué a la parada, imaginé que la calle sin nombre que salía de allí era la famosa que debía tomar. En Buenos Aires, uno sabe dónde es mejor no meterse. Aquí yo no sabía y entré. Y llegué a una especie de barrio privado pero humilde (sí, así es) que había hacia el fondo. Encontré la casa de Marco y cuando le conté mi tema, lo primero que me dijo (con sincera amabilidad) era que difícilmente él podría ayudarme ya que se había dedicado a la antropología ambiental. Aaaaaaaaaaaaarrrrgggggggggg!!! Yo sabíaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Y bue… le pregunté igual y creo que efectivamente no me sirvió en nada. El regreso fue más tranquilo. Y las pocas horas que me quedaban del domingo, también.